Aunque os parezca increíble, el sabor no tiene nada nada que envidiarle a su hermana carnívora.
Esta receta fué creación de mi chico, así que, que mejor ocasión que dedicársela a él, por todo lo que me enseña en mi día a día. ¡No os hacéis una idea cuanto le debo a Abel! Pronto os haré un poco de cotilleo y os destaparé más sobre él, su lugar de trabajo y su proyecto (que os encantará).
Ingredientes
1 par de remolachas
1 zanahoria grande
1 nabo
Medio bollito de pan (necesitamos poca cantidad de miga)
1 huevo
comino
orégano
pimienta
sal
Elaboración
Rayamos las remolachas, la zanahoria y el nabo, echamos una pizca de sal gorda (para que las verduras suelten todo el agua), lo mezclamos bien y dejamos reposar durante 10 minutos.
Una vez pasado este tiempo, comenzamos a escurrir como si no hubiera un mañana, veréis como el volumen que teníamos al principio se reduce a mucho menos de la mitad. En mi caso, usé un colador grande y empecé a ejercer presión con las manos (apretando con los puños).
Cuando nos aseguremos que de la masa no sale ni una gota más de agua, añadimos un huevo, una pizca de comino, otra de pimienta, otra de orégano y desmigamos medio bollito de pan (no es necesaria mucha cantidad).
Volvemos a mezclar bien y dividimos en bolitas del mismo tamaño, a continuación, las aplastamos un poco para darle la forma de hamburguesa y las colocamos en la sartén cuando el aceite esté caliente (no es necesario mucha aceite, sobre todo si vuestra sartén es antiadherente).
En unos quince minutos las tendréis listas, tan solo tenéis que echar un vistazo cada par de minutos, y darle la vuelta hasta que estén doraditas (espero que las fotos os sigan como guía).
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Fotos: Ana Mellado (Srta Hedonista)
Sevilla, abril 2015
Pintaca, ¡la pruebo este fin de semana!
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